Una de las formas más útiles de profundizar su vida de oración (y su relación con Dios) es cambiar los métodos (o aspectos de los métodos) que usa para la oración.

Todos tenemos métodos de oración predeterminados y, a menudo, por buenas razones. A veces, las formas y los medios que empleamos en la oración se adaptan a nuestras personalidades, lo que hemos aprendido, lo que nos ha inspirado, para qué tenemos tiempo, etc. La mayoría de las veces, nuestros métodos de oración predeterminados son simplemente aquello a lo que nos hemos acostumbrado y con lo que nos sentimos cómodos. Puede ser estimulante y revelador cuando salimos de esa zona de confort para encontrar nuevas formas de comunicarnos con nuestro Señor y Salvador.

En nuestra Iglesia Católica tenemos un recurso tan vasto de oraciones, métodos, devociones, etc., que realmente no hay excusa para no poder probar algo nuevo. Todos conocemos las oraciones formales y tradicionales (y las formas en que normalmente las rezamos), pero ¿ha considerado la Lectio Divina, varias novenas, la meditación, la contemplación, el canto, el Oficio Divino, el canto de himnos, los Ejercicios espirituales, el diario, la oración espontánea o una de las muchas oraciones devocionales?

Además, piense en la forma en que ora y vea si el uso de otras expresiones, medios, lugares o momentos ayuda a transformar esas oraciones en algo más nuevo y más profundo. Si normalmente reza vocalmente, intente guardar silencio; si usa palabras, pruebe con imágenes; si se pone de pie, se sienta y si se sienta, se pone de pie o camina; si hablas, prueba a cantar; si reza adentro, pruébelo afuera; si reza solo, únase a otros; si recita, intente escribir; si es de noche, pruebe por la mañana o durante el día en pequeñas dosis; si está en inglés, pruebe con otro idioma, etc.

Al principio, esto puede parecer un poco discordante, pero tiene sentido cuando se da cuenta de que es posible apegarse a nuestras formas de oración, métodos, imágenes o hora del día, al igual que con cualquier otra cosa. Como seres humanos, después de la caída, somos particularmente propensos a hacer fines con cosas que están destinadas a ser medios. Aquí hay 3 señales de apego en la oración:

  1. Nuestra oración se desvía del propósito que Dios tiene para ella. Esto habla de la necesidad de discernimiento, asegurándose de que nuestra oración esté al lado de la voluntad de Dios.
  2. Uso excesivo de uno u otro medio. Este es uno con el que todos podemos relacionarnos "volviendo al mismo tipo de oración, incluso cuando hay otras formas disponibles y tal vez más adecuadas".
  3. Convertir medios en fines. Este último punto es uno del que muchos de nosotros somos culpables sin darnos cuenta. Llegamos a pensar en la oración en sí misma como el objeto o fin al que estamos tratando de llegar (y por supuesto, el fin debería ser Dios mismo).

La oración es un medio poderoso que Dios da para que nosotros y los demás podamos acercarnos más a Él. Aprovechemos entonces todos los diferentes medios que nos envía.

Crédito de la foto: Beca de estudiantes de la Universidad Católica (FOCUS)